La gloria de algunas victorias trasciende nuestro tiempo y se proyecta indeleble sobre las conciencias de las generaciones venideras. No fue este el caso que nos ocupa.
El pasado sábado Intocables retomó la senda del fútbol dejando delatorias miguitas de turrón y mazapán detrás de sí. La torrija navideña se evidenció con crueldad muy pronto, y en una falta mal ejecutada pero peor defendida cayó el primer gol del partido tras las redes de Rodrigo. Ni el tiro paupérrimo debía incomodar, ni el remate posterior debía haberse producido, pero lo malo de la resaca de villancicos es que uno no se reconoce ni en las virtudes que a uno le sostuvieron el año anterior. Así las cosas, los azulones entramos con mal pie en el 2008, y las huestes rivales aprovecharon el trauma para marearnos durante unos minutos tan indecentes como inacabables.
No obstante resurgió la verguenza torera que nos hace verdadera y genuinamente Intocables y en el incómodo frío afrontamos la gesta que nos retrata como hombres primero y como héroes después. Tras un pertinaz e incansable acoso en que se acumularon las ocasiones ante el acertado meta rival, llegó el descanso con desventaja en el marcador y un embrión de orgullo que clamaba rebelión en las filas del lider.
Habíamos sobrevivido a la tormenta gracias a las virtudes felinas de Rodrigo bajo los palos, pero nuestra inepcia rematadora y nuestra puntería irregular estaban siendo desabaratadas con suficiencia por un inspirado portero rival. "Chutad por abajo!!""Hay que meterla como sea!!""A muerte!!"; los gritos en el descanso tenían como destino espantar el mal fario, antes que devolvernos el estado de ánimo que nuestro propio orgullo ya nos había restituido. Antes de inciar la segunda parte Rodrigo trazó una confesión conmovedora "Este portero es mejor que yo". Semejante afrenta a la moral de nuestro arcángel cancerbero no era admisible, así que el segundo tiempo empezó con el mismo entusiasmo que había terminado la primera mitad, cerniéndonos con fiereza sobre la acogotada área rival.
Las ocasiones se sucedieron y hasta uno de los menos pródigos contra el marco contrario como es Jaime acumuló cinco infructuosos tiros sobre portería ajena. No obstante nuestro equipo goza de otras mieles atacantes mucho más exquisitas y refinadas y en una sucesión de pases milimétricos que se escurrían al entramado defensivo Guille y Javi cuajaron un gol hermoso, que terminó con la estocada de este último sobre la misma escuadra. Empate.
Ya sólo quedaban unos minutos para el final, y la honra no había terminado de salvarse, así que el guión no cambió: dominio abrumador de Intocables con contrataques racheados de Gia, que escapaban del área propia como gallinas acongojadas ante el lobo. Sus ataques apenas arañaron nuestra epidermis defensiva, pero esa salvaguarda que es Rodrigo alejaba toda amenaza de herida en ese cuerpo lozano, musculoso y efébico que aún es Intocables. Jajaja. El caso es que en el más tenso de los momentos Guille engatilló el enésimo de sus trallazos y sorprendió al portero para acomodar a Intocables en lo más alto de la tabla después de la más esforzada de sus victorias. Dos goles más cayeron ya para sellar nuestra garantía de líderes en solitario, pero lo engañoso del resultado no debe hacer olvidar los dolores de parto que nos costó engendrar esta penúltima y hermosa victoria. Los mejores fueron probablemente Antonio, Guille y Javi en ataque, los hermanos Schady en defensa. El resto esperará mejores días para cubrirse de gloria, probablemente jugando contra pequeños infantes en algún parque.
Es todo, mañana domingo una nueva cita con la épica que hará temblar los cimientos futgoleros de nuestras pequeños y emocionados espiritus. Quemásdá versus Intocables, a las 11 horas, en el pequeño Maracaná de Avenida de Burgos, Madrid.