Esta vez sin perro, pero de nuevo con el gordo cabrón dando la nota sin más motivo que el estar ahí, los intocables lograron una victoria que, por lo ridículo del gol, espero le resulte más dolorosa.
El calendario había sonreido a los rosas que jugando a la una se permitían un par de horas de sueño después de la despedida del Tirolés, que añorando aquello de las montañas se irá de viaje de novios a subirse al Machu Pichu.
Día de sol y sorprendente concentración rosa con hasta dos cambios mientras que los rivales aparecían con lo justo. A pesar de todo, sufríamos como condenados y en ocasiones nos veíamos superados físicamente. La carga extra de la cena y las mil y una coronitas nos lastraban como la carga plena de los nuevos fórmula uno que arrancaban en Bahrein a la misma hora.
El resumen de la primera parte es fácil porque realmente no pasó gran cosa de interés, un par de toquecitos aquí, un empujón para allá, una cesión peligrosa, un poco de gritar al árbitro...
En la segunda parte la cosa se animó, se vio alguna triangulación más y tuvimos un par de ocasiones, una de Nacho de frente a puerta que no pudo rentabilizar porque se le quedó el balón alto para el remate. Por el otro lado Pedrusquets no paraba de gritar no se sabe para qué porque el resto seguía a lo suyo.
El gol llegaría de churro, en un balón suavecito que el portero trató de atrapar doblando de cintura sin contar con el límite de sus bisagras y que se le escurrió entre manos y piernas.
Desde entonces empezaron los ataques rivales a empellones, con el portero uniéndose en múltiples ocasiones. Tuvieron su mejor oportunidad cuando un delantero recogiendo el segundo rechace de nuestro portero consecutivo quedó libre aunque algo angulado y corrigió en demasía el remate que se paseó por delante del marco.
El final pura defensa numantina ante el acoso rojo, piernas de los defensas, culos, manos del portero... todo valió para mantener el 1-0.
El calendario había sonreido a los rosas que jugando a la una se permitían un par de horas de sueño después de la despedida del Tirolés, que añorando aquello de las montañas se irá de viaje de novios a subirse al Machu Pichu.
Día de sol y sorprendente concentración rosa con hasta dos cambios mientras que los rivales aparecían con lo justo. A pesar de todo, sufríamos como condenados y en ocasiones nos veíamos superados físicamente. La carga extra de la cena y las mil y una coronitas nos lastraban como la carga plena de los nuevos fórmula uno que arrancaban en Bahrein a la misma hora.
El resumen de la primera parte es fácil porque realmente no pasó gran cosa de interés, un par de toquecitos aquí, un empujón para allá, una cesión peligrosa, un poco de gritar al árbitro...
En la segunda parte la cosa se animó, se vio alguna triangulación más y tuvimos un par de ocasiones, una de Nacho de frente a puerta que no pudo rentabilizar porque se le quedó el balón alto para el remate. Por el otro lado Pedrusquets no paraba de gritar no se sabe para qué porque el resto seguía a lo suyo.
El gol llegaría de churro, en un balón suavecito que el portero trató de atrapar doblando de cintura sin contar con el límite de sus bisagras y que se le escurrió entre manos y piernas.
Desde entonces empezaron los ataques rivales a empellones, con el portero uniéndose en múltiples ocasiones. Tuvieron su mejor oportunidad cuando un delantero recogiendo el segundo rechace de nuestro portero consecutivo quedó libre aunque algo angulado y corrigió en demasía el remate que se paseó por delante del marco.
El final pura defensa numantina ante el acoso rojo, piernas de los defensas, culos, manos del portero... todo valió para mantener el 1-0.