Jornada 9: Intocables - Darna: A por ellos, OE!!!


lunes, 15 de marzo de 2010

A cara de perro


Esta vez sin perro, pero de nuevo con el gordo cabrón dando la nota sin más motivo que el estar ahí, los intocables lograron una victoria que, por lo ridículo del gol, espero le resulte más dolorosa.
El calendario había sonreido a los rosas que jugando a la una se permitían un par de horas de sueño después de la despedida del Tirolés, que añorando aquello de las montañas se irá de viaje de novios a subirse al Machu Pichu.
Día de sol y sorprendente concentración rosa con hasta dos cambios mientras que los rivales aparecían con lo justo. A pesar de todo, sufríamos como condenados y en ocasiones nos veíamos superados físicamente. La carga extra de la cena y las mil y una coronitas nos lastraban como la carga plena de los nuevos fórmula uno que arrancaban en Bahrein a la misma hora.
El resumen de la primera parte es fácil porque realmente no pasó gran cosa de interés, un par de toquecitos aquí, un empujón para allá, una cesión peligrosa, un poco de gritar al árbitro...
En la segunda parte la cosa se animó, se vio alguna triangulación más y tuvimos un par de ocasiones, una de Nacho de frente a puerta que no pudo rentabilizar porque se le quedó el balón alto para el remate. Por el otro lado Pedrusquets no paraba de gritar no se sabe para qué porque el resto seguía a lo suyo.
El gol llegaría de churro, en un balón suavecito que el portero trató de atrapar doblando de cintura sin contar con el límite de sus bisagras y que se le escurrió entre manos y piernas.
Desde entonces empezaron los ataques rivales a empellones, con el portero uniéndose en múltiples ocasiones. Tuvieron su mejor oportunidad cuando un delantero recogiendo el segundo rechace de nuestro portero consecutivo quedó libre aunque algo angulado y corrigió en demasía el remate que se paseó por delante del marco.
El final pura defensa numantina ante el acoso rojo, piernas de los defensas, culos, manos del portero... todo valió para mantener el 1-0.

lunes, 8 de marzo de 2010

Poesión del 4-2

Nada bueno presagiaba el campo,
hogar de charcos atemporales y lodos deslizantes.
Cinco valerosos Intocables
sumando esfuerzos a un extra improvisado.

Las ausencias hacían cambiar puestos
y pesaban en las piernas de los rosas.
Allá en el frente de batalla
Javi peleaba en las trincheras del regate.
Sus piernas resistían ignífugas
ahora una bicicleta, ahora un pase,
ahora la escondo y ahora la doy.
En la lejanía esperaba
y como lebrel adiestrado
corría a cazar los saques de portería.

Mediaba la primera parte y el rosa seguía brillando.
La zaga mantenía el tipo bien cubierta por dos habituales.
Jorge y Nacho se alternaban repartiendo contundencia y anticipación.
En las alas Rafa y Nacho desdoblando esfuerzos.
Ahora arriba, ahora abajo, izquierda y derecha todo mezclado,
sin solución de continuidad y sin descanso siendo sombra del rival.
En la puerta rosa un sapo,
que de verde y saltando había alejado males mayores.

Hasta que llegó el gol.

El área de intocables pixelada,
llena de puntos de color que preferiríamos no ver allí.
Ni el photosop aplicado por la defensa cambió el dibujo
y en una jugada embarullada las redes se movieron inquietas.

Parecía llegarse al descanso con la hora canaria,
poca diferencia sobre el papel pero esperable de un grupo que desprecia la lógica,
que se deja llevar por sus corazones endureciéndose ante el tirano que gobierna con mano de hierro
y ablandándose antre el pobre que no encuentra con que llenar su hatillo.
Mas el destino nos reservaba un camino más difícil
y es que ser distinto siempre ha conllevado un precio.
Saque de falta, balón que rueda, pierna lanzada, remate.
El balón caminaba al encuentro de las redes,
botando pero más manso que en ocasiones donde no había sido bien recibido.
Nuestro portero de noche no tenía intención de dejarle entrar al club
pero su pie no quiso hacer caso de lo que su instinto le dictaba,
se quedó trabado y no hubo puntapié ni caricia amable
y mientras el esférico y la red se besaban de nuevo.

Presto llegó el descanso
aliviando las almas y cuerpos de los caballeros
que sin falta de espada y armaduras libraban dura batalla.
Habían sido heridos
pero lograban conservar el honor,
lo más importante.

Lo que las pupilas asombradas de todos los presentes quizás no acertaban a creer
fue lo que sucedió poco después.
El tono de rosa era cada vez más apagado:
piernas pesadas,
aliento resquebrajado,
sudores, dolores, molestias
y cada vez menos tiempo para lo heróico.
Y de repente de mezclar estos elementos improbables
surge una pócima mágica que hechiza nuestras botas
y ahora a izquierda, ahora a derecha, ahora al centro
pero siempre hacia delante
tocan nuestros inmortales y crean el sueño de un orgasmo.
Acariciando el balón lo llevan de un lado a otro,
tratándolo con delicadeza empujan ahora y aguantan después
lo envuelven, lo abrazan, lo quieren, lo comparten
y al final Nacho pone toda su fuerza en penetrar la puerta desatando el desenfreno.

2-1 diría el luminoso si lo hubiera.
No hace falta.
Lo que se ilumina son los rostros de los Intocables,
heridos de gravedad pero henchidos de gloria,
mostrándose capaces de vencer la más difícil batalla de la más brillante manera
a pesar de ir perdiendo la guerra.

La gran belleza del canto del cisne.

Hasta los cordones pesan.
Nuestro zapador, Javi, allá arriba, ha agotado casi toda su gasolina.
El resto se afana en defender el castillo sin poder aportar alguna solución creativa.
Cuando el corazón pesa más que la razón
y tratamos de alcanzar un imposible
la realidad viste una camiseta blanca,
rayada de rojo y negro sobre el pecho de un contraataque.
Es el 3-1.

El cansancio y el desaliento sumidos bajo el peso del nuevo gol
se comprimen sobre nosotros y se filtran en nuestro ánimo.
El orden se transmuta en caos, la paz troca en animosidad,
voz aquí y voz allá.
Tú, tú y tú, no tú. Y el árbitro.
Llega el 4-1 y apenas lo hemos visto asomar la pata.

El juguete parece roto
y está en manos de un niño que no para.
No se cansa y quiere más.
Pero ya lo dije, somos diferentes.
Cuando nadie apuesta por nosotros resurgimos como el fénix.
Cuando nos rodean las llamas no ardemos, brillamos con ellas.
Nuestras alas nos transportan y un defensa culmina lejos de su hábitat.
Es el 4-2.
Es el fin del partido.


PD: Lamento las incorrecciones que pudieran encontrarse en este texto, fruto de mi mala memoria, de que han pasado bastantes horas y de querer hacer un pequeño homenaje a uno de los ausentes y al que también se hechó de menos durante la semana por faltar a la lectura comentada de su obra.